domingo, 20 de julio de 2008

Crítica a Los besos del pecado

Entrada: Los besos del pecado

Ay reinas, andaba yo escribiendo mi número de teléfono en la puerta trasera de las letrinas de Atocha, cuando sobre mi cabeza cayó, de bruces, una de las entradas más hipotéticamente eróticas, y hetero, de esta sobrevalorada y siempre infecta blogosfera.

Si Cortázar levantara la cabeza, si Klimt o Magritte se quitaran las sábanas de piedra de sus sepulcros, si yo misma, con todo mi glamour, saliera toda maquillada de estos pestilentes retretes que tanto huelen a hedor de macho, y tuviera que escribir una crítica sobre un beso, escrito, y descrito, desde una supuesta irredención, le diría a quien escribe semejante blasfemia contra lo que es belleza, que si ese beso que describe es pecado, entonces yo soy hetero, quiero tener tres hijos, un perro, y una casa en la playa sin amante clandestina.

Oh, y quiero regar mi mierda de jardín un domingo por la mañana, cuando alguien me trae el periódico y leo las necrológicas.

Porque en susodicha entrada la lascivia brilla por su ausencia, el ritmo narrativo que te hace anhelar ese beso se esfuma con la siguiente canción, que es como beber una copa de licor de hierbas sin alcohol tras la promesa de una borrachera monumental.

Y es que el beso de pecado, el auténtico, se lo doy yo a mi efebo, que bebe de mi boca que sabe a su sexo recién lamido, con su prepucio aún brillando, erguido y robusto, como una corona real.

Eso es un beso: se bebe con ansia a sí mismo desde mi lengua: un sabor extraño y a la vez propio. Mi saliva y él, entrecortado, de pura fibra y desespero.

Enamórate de mí, le digo, sabiendo que se asustará: el amor no me interesa, sólo su boca esparciéndose, tan joven, sobre la mía.

Ya sabes, el deseo y el pecado, la ansiedad del amante pretendiendo poseer lo desconocido con la ira de mil tormentos si el beso dejara de existir, si su desnudez no hubiera servido mi boca, si mis pantalones no se hubieran bajado y el dulce dolor no me hubiera atravesado como mil cañones, las entrañas.

A todas luces, reinas, la belleza la pongo yo, el beso sale de mi boca y, nenes, no busquéis más: yo soy el beso hetero que nunca confesasteis desear.
boomp3.com

domingo, 13 de julio de 2008

Sentados en el muelle de la bahía

(Pincha en la imagen para verla leerla en condiciones, que te lo tengo que explicar todo)

domingo, 6 de julio de 2008

Crítica a Desde la tumba

Entrada: http://jaglake.blogspot.com/2008/07/desde-la-tumba.html

Había estado viendo la continuación en cine del último capítulo de Sexo en Nueva York con mi paquete de kleenex y mi mejor perfume.

Sentada en el sofá con dos de mis deseados mancebos, la virilidad se escapaba por la cremallera de sus pantalones.

Ay que buenos que estaban: los habría violado ahí mismo de no ser por Carrie y sus devaneos con el matrimonio y su churri de todas las temporadas, y en especial por el modelazo al que se tiraba Samantha.

Yo gritaba: “Mira bonita, si es demasiado joven para ti, pásamelo que le voy a convertir en el hombre más deseado desde que George Clooney se decidió a salir del armario”, cuando cayó en mis manos una de las entradas más horrendas que sensibilidad alguna pudo haber leído.

No sé como será el resto del blog, pero asomarse a Columna en decadencia, es lo mismo que vomitar sobre una foto de Amy Winehouse tras haberte metido farlopa de la mala, es decir: algo inevitable.

La corrección ortográfica no sólo brilla por su ausencia, sino que además no sabe que “a” cuando es preposición va sin hache, pero cuando va tras un participio, al asunto lo llaman verbo y se escribe con hache, y el nene en cuestión, cuyas lecturas deben resumirse a las tapas de yogurt y a las sinopsis de películas nefastas, experimenta literariamente con una carencia de verosimilitud equiparable a que nadie se cree que Tom Cruise no sea tan plumífero como este su más devoto fan desde que me excité en la escena de la ducha de Top Gun.

Dicho de otro modo: su cuento es como un dolor de muelas que no puede curar ni la pasta de dientes ni el mejor dentista.

Naturalmente tendrá su atolondrado grupo de mediocres fans, todos ellos gastadores de plumas más baratas que una depilación láser con pinzas.

“Desde la tumba” es un horror, y no de miedo, sino de espanto: cae en lo moralista, en lo vulgar, en todo lo superficial de esta blogosfera, tan creída y en realidad tan aburrida. Su autor debe de creerse que los puntos son algo que se pone sólo sobre la “i”, y que un diálogo es escribir una idiotez detrás de otra sin ningún sentido aún cuando su intención sea la de bromear sobre la muerte.

Querido, si quieres bromear sobre la muerte: vístela de Agatha Ruíz de la Prada y dile que si quiere un hueso, que se busque un perro color turquesa y aroma de nube, porque total, si la blogsfera se cree inteligente entonces se puede hacer que los perros hablen. El tito Walt, que era más sarasa que este tu crítico putón, lo comprendió al crear a Goofy.

Así que tras leer tal vulgaridad nada digna de mi glamour, salí de casa de una de mis ochenta mejores amigas escuchando una de esas canciones cursis que te inspiran poemas de amor... y deseo.

sábado, 5 de julio de 2008

Conversación ridícula entre el Capitán Absurdo y el Profesor Supongo

PROFESOR SUPONGO: ¿Qué haces?
CAPITÁN ABSURDO: Mira rey, lo que hago es mirarte la entrepierna: ¿la tienes tan grande como parece?
PF: Más aún. ¿A qué te dedicas?
CA: A ser la emperatriz que azota a todos los sarasas, la que porculiza a la blogosfera con sus críticas de putón, y aspiro no a ser Mae West: sino ¡la más zorra hembra con pene que se ha creado jamás!... Oh, me gusta tu entrepierna.
PF: Pues aún no has visto el tatuaje que tengo bajo el ombligo. ¿Se te corromperá la cabeza de leer tanto blog?
CA: Si alguien se cree que me los pienso tragar enteritos va de culo… digan lo que digan el tamaño sí importa…
PF: Salvo en mi caso.
CA: Salvo en tu caso rey. Y es que no quiero ser una emperatriz con la cabeza más vacía que un artículo de la revista Vogue, por muy fashion que quede con hawaianas en pleno noviembre.
PF: ¿Qué vas a criticar en realidad?
CA: Ay que agotador eres nene: ¿no me vas a violar o algo?
PF: No me gustan los maricones.
CA: Ay que rudo eres: ¿la tienes tan dura como Charles Bronson? Bueno, da igual, que me distraes con ese torso a lo Paul Newman que gastas nene. Pues voy a criticar lo que me salga de la punta: entradas, comentarios, y mierdas por el estilo: ¡más polémica para esta emperatriz! Porque saldrán los tontos a decirme que si no les conozco, que si no me he leído el blog, que si desearían retozar en mi cama para cumplir sus sueños bi. ¿Entiendes?
PF: No, te he dicho que no me gustan los maricones. Y tengo que ponerle algo de cordura a esta mierda que vas a hacer.
CA: Me pone cuando me hablas así.
PF: La punta de mi bota también se pone cuando estás a medio metro de mí.
CA: ¡Viólame ya mientras me pinto las uñas y escuchamos canciones de Abba!
PF: Mierda.
CA: ¿Mierda?
PF: El tatuaje bajo mi ombligo te quiere dar de hostias.
CA: ¡Escribamos sobre ello! Ya sabes, nene: tu tatuaje mordiendo mi boca, las blogueras juguetonas buscando en ti lo que no encuentran en sus dormitorios (pero sin salir de sus casas, no sea que lo que vayan a encontrar sea tan bueno que tengan pánico a no ser correspondidas), queriendo reconvertirme a mí como en aquella novela de Boris Vian, los lectores cobardes buscando morbo y carnaza, los que no tienen sentido del humor buscando cortarme la cabeza (del prepucio), y todo para promocionar a todos esos miserables con ganas de sus quince minutos de gloria.
PF: Ya lo decía Andy.
CA: ¿Andy y Lucas? ¿Esos mierdecillas jodedores de música son capaces de decir algo inteligente?
PF: Andy Warhol, ese jodedor que te dejaría el culo como una caverna litográfica por la que entrarías a buscar a dios, tonto de las pelotas.
CA: Me excitas cuando me corriges chato, casi tanto como escuchar esa canción de Burning.
PF: Maricón fatal, siempre con problemas.
CA: Calla canalla… que la música se levanta (y me la levanta), y cuando suena la música, el show debe empezar...